Tras sufrir una larga e infructuosa serie de tratamientos de fertilidad, Satoko y su marido Kiyo- kazu toman la decisión de adoptar un niño.
Seis años tras la adopción del niño –al que llamaron Asato–, Satoko ha dejado su trabajo para concentrarse plenamente en su marido y su hijo. La familia vive una existencia tranquila.
Un día, una llamada telefónica amenaza la felicidad de Satoko y el cuidadoso equilibrio que ha encontrado. La llamada era de una mujer llamada Hikari: «Quiero que me devuelvan a mi hijo, y si eso no es posible, quiero mi dinero”.