La relación entre Ale (18) y Rocío (13) se enfrenta al mayor de los desafíos cuando su madre es encarcelada y sentenciada injustamente. Desde ese momento, tendrán que tomar el papel de padre y madre de sus dos hermanos pequeños.
Al principio se lo toman con disposición y buen humor, prometiendo ayudarse el uno al otro para mantener a la familia unida. Pero como inmigrantes ilegales de Honduras, su derecho a vivir, trabajar o estudiar en México está en riesgo.
Pronto, el muro que les separa de su madre dará lugar a otras barreras que impedirán que los hermanos sean capaces de entenderse. Pero justo cuando la relación entre los hermanos es más difícil, aparecerá una nueva esperanza.